El Gruta77 es una sala mítica. Pequeña y acogedora, y aunque cerca del metro Oporto, se puede decir que está en medio de ninguna parte. Las calles que la rodean no tienen el ajetreo ni la vida del centro de Madrid. Quizá por eso, por estar en un barrio residencial, apartada de las zonas de marcha nocturna de la capital, desconocida para el no iniciado, resulta un lugar de cita indiscutible para muchos de los músicos del rock español presentes, pasados y futuros. En el Gruta 77, tomas tu cerveza mientras charlas con cualquier figura del rock nacional. Los músicos, antes y después de su actuación, se mezclan con naturalidad entre los fans que vienen a adorarles, gran parte de ellos componentes, familia o amigos de otras bandas de rock españolas. Es la sala de la gran familia del rock, y su dueño, Indio Zammit, componente de la desaparecida banda "Tarzán y su puta madre buscan piso en Alcobendas", más recordada por el nombre del grupo que por sus canciones, se encarga de que siga siendo así.
Juan Abarca actuando en Gruta 77
Este lugar, como ya hemos dicho, mítico, fue el punto de partida de la gira de presentaciones y conciertos de la antología Simpatía por el relato escrita por rockeros y publicada por Editorial Drakul. Tras pasar por Pamplona, Oviedo, León, Santiago de Compostela, Zaragoza, Barcelona, Valencia, Gijón y otras ciudades españolas, ha terminado el viernes 24 de febrero cerrando el circuito en la misma sala donde empezó.
Tres grupos que participan con sus relatos en la antología fueron los encargados de poner este broche de oro a la gira. Empezó Juan Abarca, componente de Mamá ladilla, solo, con una guitarra acústica en el escenario. Juan no necesita más que eso y su ingenio para meterse en el bolsillo al público durante casi la hora que duró su actuación. Sus canciones de humor ácido arrancan tantas carcajadas como aplausos, mientras Juan, con el aplomo de un gran humorista, va pasando de un tema a otro sin inmutarse. Recientemente se ha publicado el libro Dios es chiste, en el que se recopilan algunos de sus irónicos relatos.
Tras Juan Abarca salieron al escenario Esteban Gutiérrez y Patxi Irurzun, los antólogos y artífices de este complejo proyecto, junto con un representante de la ONG "Río de oro" de Fuenlabrada. Esteban y Patxi hicieron un rápido resumen de lo que ha sido la gira, y explicaron que con los derechos de autor de la venta del libro ya se han dado mil comidas en el comedor social París 365 de Pamplona. El representante de la Asociación para la Cooperación con el Pueblo Saharaui "Río de Oro" de Fuenlabrada añadió que con la parte que les corresponde de los derechos de autor, se pagó el viaje a España de un niño del pueblo saharaui el verano pasado.
La siguiente actuación corrió a cargo de Kike Turrón y su grupo Turrones, una de las bandas en auge del panorama del rock nacional. Kike Turrón aporta a la obra publicada por Drakul uno de los relatos más inteligentes y sorprendentes de la antología, y el viernes mostraron a los asistentes su calidad en el escenario.
Panzer actuando en Gruta 77
Cerró el acto el grupo cabeza de cartel, PANZER, con su cantante Carlos Pina, que demostraron, una vez más, que treinta años actuando no han hecho ninguna mella en la calidad de su directo. Bandas como PANZER, Obús ó Barón Rojo escribieron algunas de las páginas más doradas del rock en España, y muy pocas de ellas, como el caso de PANZER, siguen actualmente haciendo conciertos. La fiesta se prolongó hasta las cuatro de la madrugada por las peticiones del público que coreaba las letras.
El antólogo y escritor Esteban Gutiérrez dijo durante su actuación: "Conozco a Carlos Pina desde que empezó en PANZER, y no sé cómo lo hace, pero cuántos más años pasan, canta mejor." El propio Carlos Pina, tras el concierto, nos desveló en el backstage una de las posibles razones: "hace muchos años que dejé de fumar".
Texto: Javier Ortiz. Fotografías: José Luis Casillas